Nace de un miedo que yo misma no me explico, crece como si fuera una enredadera.
Hoy me encuentro en
una encrucijada, siento miedo de seguir de perderme entre las
profundidades de lo desconocido; siento miedo de correr y huir.
Mis caminos son dos, continuar: luchar como guerrera de la manera
en que hasta ahora lo he hecho; o huir, correr, perderme entre las sombras de
las elecciones.
Hoy me encuentro aquí, pensando en las dificultades, temiendo
salir a la guerra cuando aún me siento tan herida o huir acobardada de todo
aquello que ya no sé qué es.
Un miedo inexplicable, intoxícate y algo más que no podría
alcanzar a explicar…
Hoy con mi hacha de guerra, con
las decisiones frías, el corazón en el puño y los sueños rotos, pido a los
cielos un auxilio, miro a lo lejos la esperanza de los viejos, la ilusión de
los infantes y la ambición de los jóvenes; ruego a los cielos, a dioses en
quienes creer, un plegaria silenciosa, una que mis labios sellados ya no
quieren pronunciar.
Temor de un mañana, eso es banal,
hoy temo. Mi plegaria es…
Coraje.